Por Edgar Alvarez
Los seres humanos, en realidad, no somos resistentes al cambio; la resistencia se genera por el miedo ante sus posibles consecuencias o simplemente por la falta de conocimiento de los impactos y sobre todo cómo podemos colaborar. A esto lo podríamos ubicar en el contexto de la falta de foco sobre los intereses y expectativas de los stakeholders.
William Duphinais, afirma que existen una serie de razones por las cuales se dificultan los procesos de cambio, entre otras podemos mencionar:
- No hacer caso a la realidad, no afrontarla directamente y no realizar análisis objetivos.
- Incapacidad para obtener resultados tangibles en las etapas iniciales.
- Permitir que las viejas mediciones de resultados bloqueen el cambio.
- La falta de coordinación de los programas de gestión empresarial.
- No escuchar la voz del cliente, no tener en cuenta sus necesidades.
- No escuchar la voz del empleado, no vinculando el personal de la empresa al proyecto de cambio.
- No comprender que aunque la alta dirección quiera ayudar es posible que no sepa como hacerlo. Los gestores no son capaces de liderar el proceso.
- No aclarar lo que puede obtener cada uno. No comunicar correctamente el proceso y sus ventajas, no trasladar mensajes sencillos y directos para que puedan entenderse e interiorizarse.
- Prestar atención a la manera tradicional de pensar.
- No aprovechar la diversidad de la empresa, no generar un proceso creativo e innovador.
- No gestionar con coraje.
De mi experiencia en transformación organizacional, puedo aportar alguno otros factores que hacen que el miedo a la pérdida se transforme en Resistencia:
- No tener un sponsor adecuado.
- Tener desconocimiento de procesos formales de gestión del cambio.
- Creer que el cambio es un resultado; ignorar que el cambio es un proceso.
- Evitar la asesoría de expertos.
- Dejarse llevar por la inercia del “algún día pasará”.
- Olvidarse de la cultura organizacional.
- No tomar importancia a los impactos del cambio en las personas.
- No tomar en cuenta el «wish list» de los stakeholders.
- La falte de un radar para saber que estamos en el camino correcto.
- Ignorar o no identificar adecuadamente a los stakeholders del cambio, y sobre todo no conocer sus intereses y expectativas.
Al final, cabe resaltar que el cambio no es un acto de magia, es un proceso donde muchos actores serán implicados de forma directa o indirecta de manera positiva o negativa, y sobre esto las organizaciones deben dar un primer paso: Reconocer quienes son y donde están.
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